15 de marzo de 2012

Historia de un parto (I)

Esta tarde, pensando sobre qué tema elegir para la próxima entrada, pregunté a mi chico a ver qué idea me daba.

- "Cuenta cómo fue tu parto"
- "Ojú, como no fue largo ni nada, como para escribirlo en el blog; la gente se me duerme antes de terminar de leerlo".
- "Divídelo en "capítulos", así no se hará muy pesado"

Y así lo voy a hacer. Así que si tenéis paciencia y/o curiosidad por saber cómo fue mi doloroso parto, os invito a que sigáis leyendo...

Sábado, 10 de diciembre de 2011. 17:00 horas.
Estábamos mi chico, mi perra y yo en el sofá, reposando la comida, viendo la tele con la mantita por encima. Empiezo a notar una sensación rara en la barriga, algo que hasta ahora no había sentido nunca. Era una especie de retortijón cortito e indoloro. Al poco otro. Y otro. Miro el reloj para cronometrar cada cuánto me daban: cada 6/8 minutos.

- "Bueno, no tienen por qué ser contracciones de parto" -pensé-. "Puede ser algún movimiento del niño o mismo las contracciones de Braxton Hicks. Ya se me pasarán".

Pasaban los minutos y la "sensación extraña" seguía. A los 15 o 20 minutos se lo dije a mi chico. Como ya habíamos tenido muchas coñas del tipo "mira que si me pongo ahora de parto" o "Ay, qué dolorcillo me ha dado, ¿será una contracción?", pues casi que pensó lo mismo que yo, que no tenía por qué ser ningún síntoma de alarma. Decidimos cronometrar el tiempo. cada 5/6 minutos.

18:00 horas:
la cosa seguía igual.

19:00 horas:
más de lo mismo. No notaba diferencia en la intensidad; aquello no dolía así que seguía sin preocuparme. Pasaban las horas y yo estaba muy pendiente por si tenía cualquier otra señal de parto, salir pitando al hospital (a pesar de la de gente que me dijo que no me precipitara en ir, que era mejor pasar los dolores en casa y llegar allí muy dilatada para llegar y topar, pero algo dentro de mí me dijo que no lo hiciera así, que fuese).

20:00 horas:
Llamé a mi madre. Le comenté lo que pasaba y me dijo que no me quedara en casa, que me llegara a Urgencias y me miraran, y si estaba de parto lo mismo ya hasta me dejaban allí. Y así hicimos. Nos duchamos y tiramos para el hospital, bolso y papeles en el maletero, por si acaso.

21:00 horas:
Llegamos al hospital. Al estar tan avanzada y decir que tenía contracciones, a los cinco minutos me metieron a la sala de monitores. Allí había otra chica "enchufada", muy maja. Ella ya estaba cumplida y posiblemente esa noche tendría a su niño en brazos. Yo pensaba que no, que me mandarían para casa y a esperar. A mí cada vez se me acentuaban un poquito más esos "dolorcillos". Yo seguía pensando que eran contracciones, pero por más que venían a mirar los resultados, la máquina no las registraba.

- "Pero a ver, tú qué sientes?" -me preguntó una de las enfermeras, un poco siesa la tía.
- "Pues me dan como retortijones, cada vez más fuertes". -ya me empezaba a encoger cuando me daba una-.
- "Pues aquí no se registra nada, te vas a quedar media hora más aquí, a ver si conseguimos algo. Ponte de lado, a lo mejor así se registra algo".

A la otra chica se la llevaron. Yo seguía allí con los aparatos esos puestos en la barriga y escuchando el corazoncillo de mi pequeñajo. Cada vez que me venía una contracción se escuchaba un ruido raro, como si se distorsionara. A la media hora volvió a aparecer la enfermera por allí, y las contracciones seguían sin registrarse.

- "Bueno, yo creo que tú no estás de parto. De todas formas vas a ir ahora a la consulta a que te hagan una exploración y ya ellas deciden qué hacer".

Allá que me meten a la consulta, me hacen el tacto y me dice la chica:

- "Tienes el cuello casi borrado y estás empezando a dilatar. Te vamos a subir a una habitación y te quedas en observación toda la noche, a ver cómo evolucionas. Para cualquier cosa llamas a la enfermera".

23:50 horas:
Viene un enfermero -majete el hombre- y me guía hasta mi habitación en la cuarta planta. Poco después llega mi chico por allí con el bolso de la ropa, un poco patidifuso porque no sabía si estaba de parto, si me pasaba algo o qué -él había estado todo el proceso en la sala de espera-, así que le cuento todo. Y mientras él, sentado en el sillón al lado de mi cama, escuchaba -entre cabezada y cabezada- los comentarios del partido Madrid-Barça, yo empezaba a sentirme cada vez más molesta con las contracciones y sin poder pegar ojo (¡Con lo dormilona que soy!).

............ (Continuará)

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